La sugestiva artesanía del bordado en oro, plata y sedas de colores, tiene su origen en la presencia musulmana en Al-Andalus. Si embargo en Sevilla los bordadores ya se agrupaban en gremios en el año 1433. Las ordenanzas de los gremios de bordadores fueron recogidos gracias a un mandamiento concedido por los Reyes Católicos en Toledo, el 17 de junio de 1502. En dicho mandato u ordenanza se intentaba salvaguardar a los artesanos de los abusos cometidos por los falsos bordadores, que llegaron incluso a falsificar el oro con el que elaboraban sus trabajos.
Con dichas ordenanzas se autorizaba a la reunión de una junta para que autorizase a dos veedores con la finalidad de examinar a los aspirantes a bordadores y a los trabajos realizados.
En la segunda mitad del siglo XVI y durante todo el siguiente siglo, existieron una cantidad incontable de aprendices. Era costumbre que el aspirante a bordador pasara a vivir a casa del maestro bordador. En ella permanecía de cuatro a seis años y durante este periodo de tiempo, el aprendiz tenía la obligación de obedecer en todo a su maestro, y no podía bajo ningún concepto abandonar su casa. De igual forma, el maestro se obligaba a enseñarle todo lo referente a su trabajo, al igual que alimentarlo y cuidarlo en caso de enfermedad. Si algún maestro quería prescindir de alguno de sus aprendices tenía que indemnizarlos.
En Sevilla durante el siglo XVI y XVII, existieron también una serie de gremios encargados de suministrar toda la materia prima que necesitaban los bordadores y que tuvieron una gran importancia durante dichos siglos. Entre ellos se encontraban los gremios de sederos o torcedores de la seda, de tinteros, de tejedores de lino, de correderos de hilos de oro y tejedores de seda.
Bibliografía: Esplendor y Simbolismo en los bordados. Antonio Mañes Manaute
Bibliografía: Esplendor y Simbolismo en los bordados. Antonio Mañes Manaute

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